Hoy te invito a que hagas este ejercicio: piensa en la parte de tu cuerpo que NO te gusta…
Apostaría que fue muy fácil identificar esa parte.
Hace unos años, cuando me preguntaban esto… ¡yo tenía una lista larga! Además, me llenaba de razones a la hora de explicar por qué esa parte era fea o no me gustaba.
Por ejemplo, mis pies. Detestaba mis pies, son flacos, largos… mis dedos parecen estar en desorden, hay uno que parece montado sobre los otros… es más, ¡mi pie izquierdo es más largo que el derecho! No te imaginas lo que sufría cuando era pequeña y salíamos a comprar zapatos con mi mamá, era difícil que algo me quedara bien y la talla no siempre cuadraba porque en un pie me quedaba mejor que en el otro.
Y la lista seguía… pero ¿sabes qué? Aprendí a amarme, valorarme y aceptarme como soy. Claro, no soy una súper modelo, tengo unos kilos por entregar, hay partes que estoy mejorando por mi salud. Ahora veo mis pies y les agradezco porque me permiten bailar y caminar por la vida.
Cuando era pequeña y jugaba con mis muñecas, quería ser como ellas: con el cabello hermoso, ojalá de ojos azules, mona, de figura estilizada… no sé si a ti te pasó eso, pero es parte de lo que me enseñaron. Crecimos con estereotipos de cómo “debería” ser la mujer, nunca me dijeron que como era YA era perfecta. En el colegio no tuve una clase de autoestima, es más, siempre quería comprar aprobación, cuando me cambiaba de look o iba estrenando ropa, esperaba a que me dijeran que me veía bonita, no entendía que YA era bonita como había nacido.
Comprendí que mi cuerpo es un templo sagrado, es un milagro. Me siento bendecida y agradecida por tenerlo, aprendí a abrazarlo y honrarlo. Ya no peleo con la mujer que veo en el espejo por las mañanas, le sonrío y la bendigo.
Gracias a la danza y a las herramientas que he recibido, aprendí a AMAR mi cuerpo. Cuando comienzo mis clases de Danza desde tu Esencia, hacemos un masaje y agradecemos, con los movimientos nos abrazamos y aceptamos el hermoso cuerpo que tenemos.
Hoy te invito a enviarle luz y amor a esa parte de tu cuerpo que no te gusta, agradecer porque la tienes, siente todos los beneficios que te da tenerla. ¿Qué pasaría si te la quitaran? Bendícela, agradece que tu cuerpo funciona segundo a segundo, no tienes que pedirle a tu corazón que bombee sangre ni tienes que recordarle a tu sistema digestivo que procese la comida que recibes.
Eres una bendición, tu cuerpo es un milagro (no, no es frase de cajón, es una realidad). Ámate y agradece por tu cuerpo.
¿Te gustaría conectar con tu amor propio, honrar y celebrar tu cuerpo mientras te diviertes? Si la pregunta es sí, contáctame porque Danza desde tu Esencia es para TI.
Te mando un abrazo de luz.